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Justicia final

Recomendada
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Título Original: Conviction
País: Estados Unidos
Año: 2010
Género: Drama
Duración: 107'
Calificación: +9 años
Dirección: Tony Goldwyn
Protagonistas: Hilary Swank - Sam Rockwell
Elenco: Minnie Driver - Melissa Leo - Peter Gallagher - Juliette Lewis

En 1983, Kenneth Waters (Sam Rockwell) fue condenado a cadena perpetua sin posibilidad de libertad condicional por el brutal asesinato de una mujer en Massachusetts. Todas las pruebas y testimonios apuntaban contra él y todos lo creían culpable… excepto su hermana menor, Betty Anne (Hilary Swank), una joven madre divorciada que se recibió de abogada únicamente para demostrar la inocencia de su hermano y obtener su libertad.

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Comentario de Cartelera.com.uy

En pocas palabras...: La historia tiene todos los elementos de esas típicas películas para televisión basadas en hechos reales. Pero las estupendas actuaciones de Hilary Swank y Sam Rockwell la convierten en una opción digna y emotiva.

 

Caso perdido

 

Es muy acertada la elección del título original de esta película, porque en el idioma inglés "conviction" quiere decir tanto "condena" (en términos judiciales) como "convicción". La historia se inspira en un hecho real originado en una zona rural de Massachusetts en 1980. Una mujer es brutalmente asesinada y tanto las evidencias como los testimonios del caso apuntan a Kenneth Waters, un tipo conocido por su duro temperamento. Tres años después, "Kenny" es sentenciado a cadena perpetua sin posibilidad de libertad condicional. La oficial de policía a cargo de su detención parece disfrutar especialmente del momento (¡lo sacan del funeral de su propio abuelo!). Y a partir de entonces, su hermana menor Betty Anne dedica su vida (o por lo menos los próximos 18 años) a demostrar su inocencia y obtener su libertad. Aunque para ello tenga que convertirse en abogada.

 

Es, ante todo, una emotiva historia de amor fraternal. Decir "te quiero" a un hermano es fácil, pero cursar una carrera que nunca se había planteado estudiar para poder reabrir un caso perdido y probar su inocencia, es otra cosa. Y todo siendo una madre divorciada con dos hijos. El guión de Pamela Gray (quien ya había escrito Música del corazón, otra película basada en una historia real) se encarga de sentar las bases para esa relación tan profunda en una infancia marcada por el abandono materno y diversas estadías en hogares sustitutos. Kenny y Betty crecieron protegiéndose el uno a la otra, y viceversa, endureciendo sus caracteres para hacer frente a las adversidades, empezando por la separación a la que fueron forzados siendo niños.

 

La prueba de fuego para esa relación fue, precisamente, este caso, que puso a prueba no sólo la resistencia de ambos a lo largo del tiempo sino también la convicción de Betty, quien en ningún momento parece dudar de la inocencia de su hermano (a pesar de que la película juega un poco con la ambigüedad del personaje de Kenny, un tipo duro y a veces violento con todas las características de un chivo expiatorio para una investigación necesitada de un culpable).

 

La historia tiene todos los elementos de esas típicas películas para televisión basadas en hechos reales, de las que se producen y emiten decenas cada año. Y ciertamente el tratamiento es más bien convencional, con algunos personajes secundarios estereotipados (la madre, el marido, la oficial de policía, la "white trash" que hace impecablemente Juliette Lewis) que aparecen convenientemente sólo cuando se los necesita para dar alguna información o para forjar las características y las motivaciones de los protagonistas. Pero hay algunos aspectos que la elevan un poco por encima del género, convirtiéndola en una opción digna y hasta emotiva.

 

El primero de ellos es precisamente la relación entre Kenny y Betty, dos personas solas en un mundo frío y a veces hostil, sin recursos con los que defenderse de las fallas del sistema. Aún con sus imperfecciones, y entre momentos de frustración y esperanza, hay allí una relación bien explorada, sensible y reconocible, apoyada sobre todo en dos estupendas actuaciones. Después de dos Oscar como mejor actriz (por Los muchachos no lloran y Million dollar baby) lo de Hilary Swank ya no sorprende; es menos probable esperar una labor tan sólida y balanceada de parte de Sam Rockwell, que tiene un perfil más inclinado a la comedia. Los matices que logra dentro de una misma escena (esa en el baile, donde pasa de ser el payaso de la fiesta a alguien verdaderamente amenazante en cuestión de segundos) son increíbles. El resto del elenco está correcto, con brillos propios de la siempre atractiva Minnie Driver.

 


Por Enrique Buchichio para Cartelera.com.uy
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