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El planeta de los simios: (r)evolución

Formato:
Título Original: Rise of the Planet of the Apes
País: Estados Unidos
Año: 2011
Género: Acción-Ciencia ficción
Duración: 105'
Calificación: +9 años
Dirección: Rupert Wyatt
Protagonistas: James Franco - Freida Pinto
Elenco: Andy Serkis - John Lithgow - Brian Cox - Tom Felton
Resumen:

En esta precuela de El planeta de los simios, James Franco interpreta a Will Rodman, un joven científico de San Francisco que, obsesionado por hallar una cura contra el Alzheimer que padece su padre, se convierte sin quererlo en el impulsor de una catástrofe mundial. Producto de sus investigaciones científicas con chimpancés, los simios evolucionan y se organizan al punto de convertirse en una amenaza para el ser humano, contra el que se rebelan violentamente.



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Comentario de Cartelera.com.uy

En pocas palabras...: Precuela innecesaria y obvia, en la que nuestra suspensión de la incredulidad se verá desafiada no pocas veces. En una película donde no hay lugar para grandes actuaciones, la mejor labor actoral es, por supuesto, la del mono.

Monos de ojos verdes

Hace exactamente diez años, el director Tim Burton ofrecía una relectura del clásico El planeta de los simios, que no era tanto una remake de la versión original de 1968 (dirigida por Franklin J. Schaffner) como una nueva adaptación de la novela de Pierre Boulle en la que aquella se basaba. Si bien la versión de Burton era un poco más fiel a la novela original (por ejemplo, el final), el resultado fue bastante decepcionante, sobre todo para quienes tenían el recuerdo de aquella El planeta de los simios y su icónico, inolvidable final ("You maniacs!"). Y aunque fue un éxito de taquilla, su productor Richard D. Zanuck y la 20th Century Fox decidieron no continuar la franquicia. Hay rumores que dicen que Burton hubiese preferido saltar de una ventana antes de dirigir una secuela...

El planeta de los simios: (r)evolución no es, entonces, una continuación de la remake de 2001 sino en realidad una precuela... pero de la película original, no de la versión de Burton... Y aunque toma algunos elementos de la novela de Boulle, en realidad imagina el origen de todo: cómo comenzó a gestarse la evolución de los simios que derivaría en la conquista del planeta Tierra y la posterior dominación de la especie humana, tal como lo cuenta la original El planeta de los simios y, con varios cambios, la remake de Burton. O sea que se trata de algo así como la reinvención de la saga, como lo era Batman Inicia de Christopher Nolan o como lo será The Amazing Spider-Man en 2012.

En líneas generales, esta precuela reconstruye más o menos la línea argumental de Conquista del planeta de los simios (1972), que fue la tercera entrega de la saga posterior a la versión de 1968. En aquella película, ambientada en un mundo futurista que ha revertido la dominación de los humanos por parte de los simios y en el que éstos son ahora esclavizados, César, el hijo de Cornelius y Zira (los simios "buenos" que acompañaban a Charlton Heston en 1968), reaparece tras 20 años de clandestinidad para liderar la rebelión simia contra los humanos. Acá César no es el hijo de ninguna pareja célebre sino de una chimpancé que el científico James Franco utiliza para probar una droga que curaría el Alzheimer. La mona muere, y James cría secretamente a César, quien tempranamente da muestras de un desarrollo intelectual increíble producto, obviamente, de las pruebas a las que había sido sometida su madre.

La historia es fórmula básica: el protagonista no es apenas un científico joven y ambicioso con deseos de trascendencia, sino un hijo angustiado por el deterioro que el Alzheimer produce en su padre (John Lithgow). Tal motivación personal le impedirá medir los riesgos de sus acciones, que tendrán - por supuesto - consecuencias terribles. Para cuando el protagonista cobre conciencia de lo que ha generado, ya podría ser demasiado tarde. Es el mito griego de Prometeo, el mismo que inspiró el Frankenstein de Mary Shelley, reencarnado esta vez en un joven científico del siglo XXI en que la experimentación de nuevas drogas y la mutación y transmisión de nuevos virus están a la orden del día.

Pero hay más que una obvia reflexión sobre los límites de la ética en la manipulación científica; hay también (herencia de la novela) algo así como una crítica a la cultura de dominación de las demás especies por parte del ser humano. Colonizador y conquistador por naturaleza, el hombre puede llegar a ser víctima de sus propios abusos, tal como sucede con el medio ambiente. Y en lo que respecta al maltrato animal (gentileza aquí de dos estereotipos encarnados por Brian Cox y su hijo Tom Felton, el Draco Malfoy de la saga Harry Potter), la ciencia ficción nos dice que - si no cambiamos de actitud - puede llegar el día en que las bestias nos digan "NO", se levanten contra nosotros y terminen por conquistar nuestro mundo. En una forma del Apocalipsis, el conquistador pasaría a ser conquistado.

Toda esa reflexión, se sabe, es bastante obvia y no se necesita una película de 105 minutos y casi 100 millones de dólares para entregarla al público. Lo que el público quiere ver es una aventura más bien movida, con prototipos humanos reconocibles (buenos, malos, inescrupulosos) y un generoso despliegue de acción y efectos especiales. Es en este terreno que las expectativas no se verán del todo colmadas. El director Rupert Wyatt (Inglaterra, 1972) se toma su tiempo para describir el vínculo entre James y su chimpancé adoptado, que se gana la simpatía del público desde el primer momento. Y reserva su arsenal para los 15 o 20 minutos finales de película donde, en realidad, ya queremos que todo acabe. En el medio, nuestra suspensión de la incredulidad se verá desafiada no pocas veces, haciéndonos añorar aquella versión original en la que los simios ya eran la especie dominante y no hacía falta saber las causas.

En una película donde no hay lugar para grandes actuaciones, la mejor labor actoral es, por supuesto, la del mono. Para dar vida a César y a su comportamiento cada vez más humanizado, y que éste no fuera enteramente producto de una creación digital, se empleó a un actor ya experimentado en estas cuestiones (Andy Serkis, quien encarnó a la criatura Gollum en El Señor de los Anillos). La humanidad está allí, se percibe detrás de esos ojos verdes (síntoma de la "humanización" de los simios, según la película), y merecería al menos una nominación en el rubro "mejor actuación de reparto a cargo de un mono", si no fuera que los Premios Frambuesa de Oro distinguen únicamente a lo peor del año. No sería de extrañar, por tanto, que la película sí cosechara algunas nominaciones en otros rubros. No es que estemos necesariamente ante la peor película del año, pero sí que hace algunos méritos para lograrlo.


Por Enrique Buchichio para Cartelera.com.uy
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